Las emociones las sentimos todos, Jesús también las sintió: sintió compasión por las personas que sufrían, sintió ira cuando vio a los mercaderes a la salida del templo, etc. Nadie es ajeno a ellas y uno de los sentimientos que más sentimos los seres humanos es el miedo. Ejemplo: miedo a lo desconocido: un nuevo trabajo ¿y si me va mal? ¿y si no soy capaz? ¿y si no les gusta mi desempeño?. Miedo a relacionarnos: no quiero tener nada que ver con los vecinos, porque se pueden presentar problemas y ¿como salgo después de ellos? Me gusta esa chica o ese chico…pero ¿y si fracaso? Me quiero casar con ella…pero ¿y si no es lo que yo esperaba? ¿y si me equivoco? etc.
El miedo apareció en el mundo después de la caída de nuestros primeros padres y no proviene de Dios, es el enemigo que quiere que tu estés triste, deprimido y lleno de dudas él es el que pone en ti ese sentimiento. La realidad del miedo no es tan solo lo que puede significar, sino el daño que puede producir en nosotros. Vivir con miedo puede paralizar los planes que Dios tiene para nosotros. Las Sagradas Escrituras nos alientan diciendo: «porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor sino de poder, de amor y de dominio propio» 2° Timoteo 1:7. Es decir que cualquier clase de temor o duda no viene de Dios, ni él desea que nosotros estemos angustiados, afligidos y menos teniendo temores de algo.
Tal como lo estas entendiendo entonces, el temor a hablar ante una multitud, a un trabajo nuevo, a relacionarnos con nuevas personas, a tener novio o novia, o incluso el temor a leer la biblia, no viene de Dios. Para que nos vaya bien en una actividad o emprendimiento, tenemos que atrevernos, sino jamas sabremos si valía la pena intentarlo. La biblia nos dice que no debemos de temer a nada y a nadie, Salmos 27:1 dice:»el Señor es mi luz y mi salvacion ¿de quién temeré?» Sigue leyendo